Todos los días cuando regresamos de jugar del patio nos aseamos y hacemos una pequeña vuelta a la calma antes de continuar con nuestras tareas.
Con la luz bajita, música suave y mucho cariño estamos aprendiendo a dar masajes con mucho mimo.
Les encanta, y además trabajamos las partes del cuerpo, el control emocional, la auto regulación de la conducta, el cuidado por los amigos... ¡Aquí nada sucede por casualidad!
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